La tala ilegal, los incendios forestales, la expansión agrícola y el cambio climático están degradando ecosistemas clave en todo el país.

Esto no solo afecta a los árboles: reduce la disponibilidad de agua, acelera la pérdida de suelos fértiles, expulsa fauna silvestre y pone en riesgo el bienestar de millones de personas.

No basta con sembrar árboles: hay que regenerar el suelo, recuperar especies nativas y trabajar con las comunidades para que los ecosistemas vuelvan a tener vida y función.